Quizás resulte extraño decir que una novela podría contarse resumidamente como la búsqueda de un sánguche (no sandwich) de milanesa y una visita al oculista.
Sin embargo, cualquiera que circule por el centro cordobés haciendo trámites resolviendo obligaciones, sabe perfectamente que no hay nada más satisfactorio que cumplir con lo debido y premiarse con alguno de los manjares que se pueden encontrar en esa zona. Así es como –tal vez– también lo entiende Juan Pablo Gutierrez, quien hace de esa experiencia urbana una novela breve llena de caminos para explorar, manteniendo una especie de adrenalina cargada de humor y, por momentos, de tensiones.
La historia comienza con el protagonista saliendo del oculista luego de tener que hacerse, sin planificación previa, un fondo de ojos. La cuestión no sería tan grave si estuviese acompañado, o si volviera a casa pronto. Pero el narrador decide que la pérdida progresiva (aunque pasajera) de la visión no le impedirá cumplir su único deseo en ese momento: comer ese sánguche que (ya está decidido) lo espera a unas cuadras, sobre la cañada.
No podemos evitar lo malo, digo; hay que leer las cosas malas al sol, para recordarlas con algo de brillo, porque la vida no es solo maldad, es un alfajor de barro y brillo que vale cada horrible bocado”.
Fragmento de Encender un fuego, Juan Pablo Gutierrez
Pero no es tan fácil. A cada paso, la ciudad se transforma (¡cada vez más y más rápido!) en manchas movedizas. De repente todo se vuelve difuso: las pupilas se dilatan, los pasos se vuelven apuestas y el espectáculo que ofrecemos, apoyándonos en las paredes para avanzar, no es el mejor que podemos, justamente, a la vista de los demás.
Sin embargo, la imposibilidad de mirar afuera abre una ventana de imágenes que aparecen nítidas, en la memoria. Esas cosas que nos pasaron y hacen que seamos quienes somos.
En el trayecto borroso aparecen dos figuras claves de la novela: La Sombra y el Policía Lince, que acompañarán –no sin despertar en nuestro protagonista mil elucubraciones que traerán nuevos recuerdos– la peregrinación de esos ojos sobre-sensibilizados hacia el premio que los espera. La sombra sigue de cerca al protagonista y el policía, “curtido en eso de perseguir a los perseguidos” no le pierde pisada a la sombra.
La aventura citadina saca a la luz pensamientos sobre la justicia, la violencia, la amistad y el amor; lo que sabemos, lo que suponemos, lo que escuchamos; la pobreza tapada con las manos, la violencia que exhala la ciudad, la impunidad policial.
Una nouvelle con lenguaje ameno y plagada de reflexiones ingeniosas (con anécdotas que incluyen ¡un tigre!). Quizás esa mezcla de sensaciones que generan estas historias es lo que hace de Encender un fuego una experiencia dinámica, absorbente y original.


Encender un fuego, de Juan Pablo Gutiérrez se publicó en Ciudad de Córdoba, República Argentina, en julio de 2022. Edición del autor, 64 páginas. Ilustraciones y diseño de tapas de César Agite.
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