Por Juan Manuel del Campillo

«Hay que alentar

que La Gloria

es un carnaval».

Un grupo de amigos hinchas de Instituto viajó hace aproximadamente ocho años a San Juan a ver un partido de su equipo por Copa Argentina. Durante el viaje detectaron un par de murales que les volaron la cabeza. Con un sobrante de plata de aquel viaje decidieron no comprar carne y bebidas e invertirlo en latas de pintura para una pared descascarada de la calle Sucre. Así fue el inicio de este grupo de gloriosos que se dedican a ponerle color y poesía a las calles de Alta Córdoba y zonas aledañas.

Facundo Garate es uno de los que participaron de aquel mítico viaje en que decidieron que, aparte de asistir a los partidos de local de Instituto y los que podían de visitante, gran parte de su tiempo lo dedicarían al muralismo futbolero, que desde hace un tiempo embellece algunos sectores de la ciudad.

Son aproximadamente quince las personas que pintan y participan de esta locura. Para hacerlo, organizan rifas, reciben donaciones, y no son pocas las veces que ponen plata de sus bolsillos. 

Remarca Garate que ellos nunca cobran por la mano de obra, “es todo hecho a pulmón y corazón”. El mismo club, en muchas oportunidades, ha aportado tachos de pintura, pinceles y rodillos. Con la hinchada de Instituto tienen una excelente relación, y aclara que han pintado para todas las agrupaciones. 

“La única vez que tuvimos un problema fue cuando pintamos unos postes en la calle Capdevila, pero todo bien. Siempre tratamos de trabajar con permiso, por eso no hemos tenido inconvenientes con los dueños de las paredes”.

También tienen relación con los que pintan murales de otros clubes. Garate afirma que entre ellos existen ciertos códigos, ciertas normas de convivencia para evitar conflictos. No se vandalizan los murales de otros clubes: se entiende entre colegas que lo que hacen es arte. 

Al momento de consultarle a Garate por los proyectos que llevaban adelante, nos cuenta que precisamente en ese momento estaban en plena ejecución de un mural gigante con las caras de Lionel Messi y Paulo Dybala, gloria de Instituto, surgido de las inferiores del club y reciente campeón mundial. Este nuevo emprendimiento significa un presupuesto de alrededor de doscientos setenta mil pesos, por lo que estaban en plena campaña de recolección de fondos. 

Con mucho entusiasmo, aseguró que con el grupo tienen un montón de sueños, que después de lo que han vivido en estos ocho años pintando, sólo tienen que plantearlos y proyectarlos. Nada los detiene. En este año tan especial para Instituto, los pibes de los murales están a la altura del desafío y van por mucho más.

Alberdi se ve desde la luna

El Chueco Gorostiaga atiende mil cosas a la vez, parece estar en todos lados. No para, no descansa, se desdobla y le mete con todo a todo. Arranca con un largo relato sobre los inicios de MuralesCAB.

“El primer mural se había hecho en la entrada de Córdoba bajando por la autopista, pero el grupo queda verdaderamente consolidado después de una maratónica juntada para pintar un mural de 800 metros al frente de la terminal de ómnibus”.

La logística para la elaboración de semejante obra que recorrió el mundo fue un verdadero desafío: “Había 300 pinceles, 300 rodillos, gaseosas y choripanes para todos, una locura hermosa”.

“Vinieron artistas callejeros de Buenos Aires a ayudar, eran 800 metros lineales y teníamos ocho horas. Un grupo fondeaba, otro marcaba las letras, otro rellenaba con pintura. El resto venía con compresoras para los detalles”, comenta el Chueco.

Después de este enorme trabajo, que contó con colaboración económica del club para la compra de pintura, empezó lo que se dio en llamar MuralesCAB. “Antes que nos organizáramos de esta manera ya había otro grupo que pintaba, eran los pibes de La 17, una agrupación que se unió ahora a nosotros”.

Gorostiaga remarca que es un grupo abierto, donde participan más de 250 personas. La barra de Belgrano –conocida como Los Piratas Celestes de Alberdi– brinda constantemente su apoyo, “incluso varios de sus integrantes son parte de MuralesCAB”. Destaca Chueco que cuando surge alguna iniciativa grande, viaja gente de otras provincias para dar una mano.

El grupo se sostiene con la venta de remeras y buzos, y los miembros hacen un aporte mensual de $500. Al igual que en Instituto, el club proporciona pintura y pinceles. El Chueco recuerda que “durante la pandemia, se organizaron bingos virtuales para conseguir fondos”.

La logística para conseguir paredes para pintar, muchas veces es más sencilla de lo que parece, a pesar de que el Chueco sostiene que “son 250 personas constantemente viendo dónde se puede meter un mural (…) Por lo general son los dueños de las casas quienes piden que vayamos. Nosotros se las dejamos en condiciones y se las pintamos, ellos ponen la pintura, la coca y el asado”.

La municipalidad de Córdoba también ha participado en cierta forma, cediendo las paredes del Puente Avellaneda, que para Gorostiaga es la entrada al Barrio. En esa oportunidad, recuerda, hubo un trabajo conjunto entre el club, el municipio y los pibes de Murales.

Los desafíos a corto plazo son restaurar algunos murales en Alberdi que ya están despintados, y los sueños son muchos. Uno de ellos, poder pintar un edificio en altura en Alberdi. Otro es capacitar a los muralistas, logrando una interacción con otros artistas que puedan enseñarles nuevas técnicas, no tanto de letras sino de refilados, “aprender otro tipo de técnicas, tipo comics, para poder tener otras variables”. Y, por último, poder pintar 100 casas en Alberdi.

Aparte de las paredes, Chueco relata con gran orgullo, la última locura del grupo: pintar el colectivo que transporta a la Barra, en un trabajo que también fue un gran desafío porque no “es lo mismo pintar en paredes que en chapa”.

Así se mueven, así se dan a conocer estos grupos de artistas que se salen de lo que significa alentar a un equipo 90 minutos cada 15 días en una tribuna. Su labor trasciende el fútbol mismo. Es un amor más profundo, que sale de los estadios y habita los barrios, llevando color y poesía a los distintos rincones de la ciudad  y la provincia.