Por Emma Song

Quizás del esp. Embrollar que a su vez, al parecer, del fr. embrouiller. 

No se puede decir que la República de Córdoba no es sofisticada, no porque adopte términos extranjeros, sino porque los destruye. Y esa es su fortuna.

Verbo Transitivo –iar 

  1. Estar enredad*s, cuerpos sobre cuerpos con gestos de afectos que denotan una relación anterior –o posterior- sexual. Enredados los cuerpos al parecer intercambian besos, caricias y risas junto con roces sexuales en partes del cuerpos que parecen solo poder estar contenidas dentro de un espacio íntimo.  

– íbamos en el colectivo pasando la plaza Colón, apretadazos, un grupo de tres críos mirando por la ventana, comentan: embroiado ah! En un banco roído podemos ver a un par de personas tomarse de las cinturas y apenas besan sus labios mientras algo se dicen con sonrisas esporádicas, sentadas frente a frente, la fascinación de una persona con la otra es evidente para tod*s en el colectivo. 

Dícese. El enriedo (voz rioplatense de enredo) denota estar afectuosamente juntas en el tiempo y en el espacio, un lugar donde se confunden las individualidades, un abrojo, un abrazo que llama la atención. Es notorio que nada puede hacerse sin otr*s, pero el enriedo que propone el cordobesismo afectivo tiene la característica de la especialidad. Las expresiones afectivas de parejas o complicidades sexuales son difíciles de presenciar, quizás para una que no es nativa, eso es sorprendente. ¿Sorprendente? Ese periodo entre 2010 y 2014 en la capital de Córdoba, una aprendió a que se referían quienes eran NyC con emboiarse. Salíamos con amig*s al viejo parque Las Heras, alguna vez a darnos besos en la boca entre tod*s,  otras veces a girar junto con quienes ya habitaban el parque en un sexo público, que ya se enredaban unos con otros en lo desconocido y en la calentura de lo desconocido. También nos acompañábamos cuantos otr*s iban a girar, acompañando el placer de los otros, abrazando desde la espera, y la vuelta a casa después de un experiencia sexual. Estar enredadas se parece eso. 

 

  1. Peleas, desacuerdos y revuelta. El otro uso donde se trenzan y enredan los cuerpos en un conflicto con características también más personales o íntimas. Esas peleas personales que llaman la atención de igual manera que los besos y las caricias, como si estuvieran fuera de su lugar íntimo. 

-Caminábamos en la 27 de Abril y Belgrano, llegando a la Torre Ángel se veía una persona gritarle a otra, nadie podía otorgarle sentido a los sonidos, casi llegando al tumulto podíamos distinguir que eran más de dos personas involucradas en algún tipo de discusión. Las personas involucradas se comienzan a acercar unas a las otras desafiantemente, sus cuerpos se enfrentan casi tocándose en gritos de bocas abiertas muy cerca unas de las otras. Seguíamos sin poder distinguir los sentidos de las palabras. No había contexto. Mientras atravesábamos el tumulto una madre a su hijo le escuchamos decir: e’ un embroio, vamo, vamo. Y el conflicto escaló a enredarse en brazos y empujes como golpes. Tres segundos y se disipó rápidamente la palea. Incluso se abrazaron quieren se empujaron antes. 

Dícese. La resolución de un conflicto, también al parecer se resuelve con un embroio, con un abrazo. El conflicto, la pelea y la revuelta con características más íntimas o privadas cuando en Córdoba se usa, pero como bien ya nos ha enseñado el feminismo, eso que marcamos como intimidad es una política específica que gestiona los cuerpos en espacios públicos y privados. E’ un embroio, también lo escuchamos en la marcha del orgullo LGTTB del 2009, también de una madre a su hijo; el enriedo eran los cantos, la alegría, la desfachatez, los besos colectivos y el arte trans, los escandalosos colores, las disputas de sentidos heterosexuales del amor y el sexo. El embroio de las marchas por reivindicación de derechos, defender derechos o reclamar justicia exceden la mera gestión del conflicto; es una revuelta que Maite Amaya, activista trans, piquetera y anarquista, nos enseñó que nuestra disidencia a las políticas sexuales no es resistencia sino lucha. Estar embroiadas es un compromiso de seguir buscando nuevas maneras de vivir juntas. 

El embroio cordobés es una gran oportunidad semiótica y material para seguir con la complejidad de vivir con otr*s, abrazando el conflicto y acariciando la ternura de lo que puede llegar a ser, si nos lo proponemos. Es inevitable, querramos o no, estamos en el embrioio con otr*s donde el conflicto puede ser otra forma de conectar con los demás, abrazar el enriedo quizás sea urgente.